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Podemos encontrar numerosos estudios que promueven un envejecimiento activo. Estos apuestan por el ejercicio físico regular, adaptado a mayores, como una estrategia válida para la reducción de la mortalidad y el aumento de la calidad de vida en este tipo de población. Y es que dicho ejercicio ejerce un efecto protector cardiovascular y disminuye el riesgo de sufrir infarto de miocardio (Aparicio et al., 2010).

Como muestra, la Sociedad Española de Arterioesclerosis (SEA) señala en sus recomendaciones publicadas en mayo de 2018 la realización de al menos tres sesiones a la semana hasta alcanzar los 150 minutos de actividad semanales en acianos. Lo que equivaldría a 7.000-8.000 pasos al día. Para ello promueve la utilización de las pulseras de actividad, podómetros, relojes GPS o acelerómetros. Con ellos podremos contabilizar pasos o distancia diaria e incluso clasificar ésta según su cadencia o ritmo. Siendo de 100 pasos/min una actividad normal o moderada y de 120 pasos/min una enérgica o vigorosa (Pérez et al., 2018).

Esta última matización sobre la cadencia de paso es más importante de lo que puede parecer, ya que según prescribamos el ejercicio se podrán dar un tipo de adaptaciones cardiovasculares u otras. De este modo no solamente marcaremos un volumen (tiempo-distancia) (Tudor, 2010) sino que podremos ser más exhaustivos y recomendar una intensidad (cadencia-ritmo) (Cristi, 2013).

Debemos de tener presente que, según la evidencia científica en mayores de 65 años, la actividad física, así como el arraigo a esta, no afecta de forma asilada a las adaptaciones o respuestas del sistema cardiovascular (OMS, 2010). La gran mayoría de estudios hablan de una menor tasa de mortalidad, asociada a menores afecciones de cardiopatía coronaria, hipertensión, accidente cerebrovascular. Pero estas mejoras cardiovasculares van a ir también asociadas, de manera inexorable, a mejoras metabólicas como la de la diabetes mellitus tipo 2, cáncer de colon y de mama, a las funciones cardiorrespiratorias, musculares y óseas, así como un perfil de biomarcadores más favorable (Paterson y Warburton, 2010).

A su vez, “el ejercicio de tipo aeróbico es el que mayores adaptaciones beneficiosas provoca para el organismo bajo el concepto de actividad física y salud sin que este sea sometido a un riesgo innecesario. El trabajo cardiovascular de tipo aeróbico será uno de los principales aspectos a tener en cuenta en la prescripción del ejercicio para la tercera edad” (Gil, 2009).

En ocasiones, en el mundo del deporte, las interacciones que se dan al realizar de forma conjunta, en una misma sesión o en sesiones no muy distanciadas en el tiempo, ejercicios de fuerza y de resistencia (entrenamiento concurrente) pueden ser negativas (Cadore e Izquierdo, 2013). Sin embargo, existen artículos realizados en poblaciones de personas mayores que han demostrado que este entrenamiento concurrente produce mejoras tanto en el sistema muscular como en el cardiovascular, como era de esperar, pero que no existe una interacción tan negativa. (Holviala et al., 2010). Por ello, existen estudios encaminados a buscar la mejor forma de combinar ambos tipos de ejercicio, cardiovasculares y de fuerza, sin que su interacción sea negativa, sino todo lo contrario (Cadore e Izquierdo, 2013).

Resumen de las respuestas cardiovasculares que provoca el ejercicio en personas mayores (Aramendi y Emparanza, 2015)
  1. Mejoras en la hemostasia y en la inflamación sistémica
  2. Reducción del tabaquismo, del colesterol y de la TAS
  3. Disminución de la demanda de oxígeno del miocardio
  4. Protección contra arritmias fatales
  5. Mejor perfusión miocárdica
  6. Mejora de la función endotelial
  7. Regulación del sistema renina-angiotensina-aldosterona
  8. Mejora de la contractilidad miocárdica
  9. Disminución del tono simpático y de la depresión
  10. Aumento de la fluidez de la sangre
  11. Mejora del metabolismo muscular oxidativo
  12. Disminución de la remodelación ventricular
  13. Aumento en las células endoteliales progenitoras circulantes, lo cual podría mejorar la regeneración vascular y la angiogénesis.

Autor: Roberto Cabielles

[author] [author_image timthumb=’on’][/author_image] [author_info]Aparicio García-Molina, V.A.; Carbonell-Baeza, A. y Delgado-Fernández, M. (2010). Revisión/Review Beneficios de la actividad física en personas mayores Health Benefits of Physical Activity in Older People. International Journal of Medicine and Science of Physical Activity and Sport, 10(40), 556–576.

Aramendi, J. F., & Emparanza, J. I. (2015). Resumen de las evidencias científicas de la eficacia del ejercicio físico en las enfermedades cardiovasculares. Revista Andaluza de Medicina Del Deporte, 8(3), 115–129.

Cadore, E. L., & Izquierdo, M. (2013). How to simultaneously optimize muscle strength, power, functional capacity, and cardiovascular gains in the elderly: An update. Age, 35(6), 2329 – 2344

Cadore EL, Moneo AB, Mensat MM, Muñoz AR, Casas-Herrero A, Rodriguez-Mañas L, Izquierdo M. Positive effects of resistance training in frail elderly patients with dementia after long-term physical restraint. Age (Dordr). 2013a Nov 16.

Cristi-Montero, C. (2013). ¿Es suficiente recomendar a los pacientes salir a caminar? Importancia de la cadencia. Nutricion Hospitalaria, 28(4), 1018–1021.

Gil, M. G. (2009). Manual de ejercicio físico para personas de edad avanzada. Manual De Ejercicio Físico Para Personas De Edad Avanzada, 1(1), 1–108.

Holviala J, Häkkinen A, Karavirta L, Nyman K, Izquierdo M, Gorostiaga EM, Avela J, Korhonen J, Knuutila V-P, Kraemer WJ, Häkkinen K (2010) Effects of combined strength and endurance training on treadmill load carrying walking performance in aging men. J Strength Cond Res 24:1584–1595

Organización Mundial de la Salud (OMS) (2010). Recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud. Ginebra, Suiza.

Paterson, D. H., & Warburton, D. E. R. (2010). Physical activity and functional limitations in older adults: A systematic review related to Canada’s Physical Activity Guidelines. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 7(May).

Pérez-Jiménez, F., Pascual, V., Meco, J. F., Pérez Martínez, P., Delgado Lista, J., Domenech, M., Ros, E. (2018, November 1). Document of recommendations of the SEA 2018. Lifestyle in cardiovascular prevention. Clinica e Investigacion En Arteriosclerosis. Elsevier Doyma.

Tudor-Locke, C. (2010). Steps to Better Cardiovascular Health: How Many Steps Does It Take to Achieve Good Health and How Confident Are We in This Number? Current Cardiovascular Risk Reports, 4(4), 271–276. Contenido va aquí[/author_info] [/author]

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