El entrenamiento de fuerza en niños y adolescentes ha sido un tema que ha generado gran controversia en cuanto a tipo de entrenamiento, volumen o duración, además de numerosas dudas en cuanto a su efecto sobre esta población (Vrijens, 1978).
Entrenamiento de fuerza en niños: mitos
Como expertos en deporte y salud, en Losada y Asociados siempre vamos a defender la práctica de deporte entre todas las personas. Y en especial entre los más pequeños, ya que podemos crear unos hábitos que les van a servir para toda la vida.
Es cierto que sus cuerpos no están del todo formados y que no podemos forzarles a realizar la misma carga, o periodicidad que a un adulto, pero sí es bueno que practiquen deportes de cardio, así como de fuerza y se vayan acostumbrando y, sobre todo, divirtiéndose y escogiendo con cuáles disfruta más.
Por todo esto, queremos desmitificar al entrenamiento de fuerza para niños, sobre todo en los dos aspectos que más hemos escuchado al respecto:
Con el entrenamiento de fuerza el niño no va a crecer
No hay evidencias que digan que el entrenamiento de fuerza frene o entorpezca el crecimiento del niño. Todo lo contrario, y es que según Lloyd (2014), no hay evidencia científica de que la participación en un programa de entrenamiento de fuerza supervisado detendrá el crecimiento de los niños o dañará las placas de crecimiento en desarrollo.
Además, existen bastantes elementos que podemos encontrar en un gimnasio para adultos o en un gimnasio escolar y que nos permiten ejercitar a los niños sin necesidad de sobrecargarles de peso. Así, ejercicios de calistenia en los que utilizan el peso de su propio cuerpo, pesas pequeñas, balones medicinales, tubos o gomas de resistencia, entre otros, son elementos adecuados para que comiencen a ejercitar su fuerza y aprendan una buena técnica para el futuro.
El trabajo de fuerza en niños va a llevar al aumento de lesiones
Durante muchos años el entrenamiento de fuerza estuvo contraindicado en niños por la idea del tejido muscular no desarrollado, posibles consecuencias negativas para el crecimiento de los huesos y riesgo de lesiones (Chicharro, 2016). Pero con el paso del tiempo, se ha ido investigando más sobre este tema y a partir del estudio de la NSCA (1985), se han encontrado posibles beneficios sobre el dominio de las habilidades motoras y contribución positiva sobre otras capacidades.
En este aspecto, se puede decir que el riesgo de lesión en niños y adultos es el mismo, aunque es cierto que los niños están en una edad más susceptible de padecer determinados tipos de lesiones por sobrecarga de los tejidos blandos de músculos, tendones y ligamentos, fácilmente evitables siguiendo las recomendaciones adecuadas (Lacaba, 2012). Además, se ha visto que la realización de un programa de fuerza adecuado induce a mejoras en la salud ósea y la composición corporal, además de ser altamente efectivo ante la prevención de posibles lesiones, sobre todo en el ámbito deportivo (Faigenbaum et al., 2009).
Según Lloyd y colaboradores (2014), existe una necesidad de supervisión y prescripción de este tipo de entrenamiento por parte de un profesional, siendo clave de cara a la eficacia de los programas de entrenamiento, puesto que primar la seguridad física de los jóvenes es necesario para la mejora de la salud y el rendimiento.
En cuanto a la prescripción del entrenamiento, existen varios aspectos a tener en cuenta, como el volumen de trabajo o la intensidad, entre otras cosas. Dada la disparidad de metodologías con diferentes tipos de ejercicios, parece no existir un modelo idóneo de entrenamiento, aunque todas coinciden en que se deberá tener en consideración la dosis de entrenamiento, siendo este un aspecto importante para producir el efecto deseado (Lesinski et al., 2016). Programas ente 8 y 20 semanas de entrenamiento de fuerza en niños presentan aumentos de hasta un 30 % de fuerza, por ejemplo. Estas ganancias son iguales o mayores en preadolescentes que en adolescentes y sin diferencias de sexo, al menos en preadolescentes (Faigenbaum et al., 2009). Además, como señala Gonzalo y colaboradores en 2010, sería adecuado trabajar siempre todos los grandes grupos musculares antes de hacerlo sobre los músculos más pequeños. Por lo tanto, debe primar el trabajo global frente al analítico.
En cuanto a la forma de trabajar la fuerza en niños, las autocargas y los diferentes deportes por parejas o en grupo son el método más natural para ganar fuerza en el niño. En este sentido, teniendo en cuenta que es difícil encontrar gimnasios con máquinas adaptadas a niños, el uso de materiales como gomas elásticas, fitball, balones medicinales, superficies inestables o mecanismos deslizantes pueden suponer un modo de sobrecarga divertido y motivante para el niño. Aunque en este caso, controlar la intensidad a la que estamos trabajando en cuanto a valores porcentuales es algo más complicado (Lacaba, 2012).
Conclusiones
Por lo tanto, como resumen, podemos decir que el entrenamiento de fuerza en niños es ideal por muchos aspectos, entre ellos que no se frena el crecimiento y no genera más lesiones sino que ayuda a prevenirlas, además es totalmente aconsejable para niños con sobrepeso, recordando que es vital que el joven asimile primero la técnica de forma correcta y nunca superar el 40-50 % de 1RM.
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BIBLIOGRAFÍA
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